6/4/16

Infinito




Cómo es el corazón de los niños que aún tiene la capacidad de leer el Universo.
¿En qué momento nos hemos desconectado? Del mundo. De nosotros mismos.

"Hay que ser...."
"Eres...."

Esas etiquetas que nos clasificaron y enseñaron los márgenes imaginarios de nuestras más crueles limitaciones. Que día a día intentamos romper y con los que chocamos sin saber casi constantemente. Que hace ya tiempo, en un momento de lo más tonto, cuando nuestro corazón aún estaba hecho de magia y luz, decidió que algo "no era" como tenía que ser.
Que no "éramos" lo suficientemente ésto o "éramos" demasiado lo otro.
Juicio. Culpa."Crecer".

Es muy útil clasificar el mundo para entenderlo y por eso lo agradecimos, aunque doliera, aunque aceptarlo y "madurar" supusiera admitir esa "versión" impuesta e inamovible de nuestra esencia.

Ese descuido en el que nos confundimos y "lo que haces" pasó a ser "lo que eres", para pasar a ser "como te ves" y más tarde "qué decides de ti mismo".

Esta noche ha habido emociones de más en el cuento de buenas noches. Hoy tuvimos que hacer recuento y repasar cuánto nos queremos, porque a Antón se le ha expandido ese corazón de luz un poquito y quiere asegurarse de que hay para todos.

"-¿Cuánto quieres a Elenita?
-Infinito.
-YO MÁS.¿Y cuánto quieres a Papá?
-Infinito
-YO MÁS.¿Y a Memé?
-Infinito
-YO MÁS ¿Y a Irene, Ana, Tatá, Manuel ( Y toooodos sus familiares directos)?
-Infinito
-YO MÁS.¿Y a ti?
-.......
-¿Y a tí Mamá, cuántooo?
-Mucho cielo
-No Mamá, es más que infinito! Yo me quiero más que infinito! ¿Y tú?"


El terremoto en el pecho hace que tiemble la garganta y sólo se me ocurre un beso de buenas noches mientras él me dice "Infinto" una vez más.

No me preguntó si yo le quería. LO SABE.
No entendió que YO no me quisiera infinito, porque gracias al cielo, aun mira la vida bonito y a ÉL, que es mi Infinito, aún no se le ha olvidado quererse.

( A Irene y Mamen)