27/10/15

Taller en Vigo 7/11



¡Hola a tod@s!

A este taller queremos dedicarle un post entero...¿Os imagináis la ilusión que nos hace?

Todos los talleres, todas las charlas, cada sesión de asesoramiento...cada vez que tenemos la oportunidad de compartir este gran tesoro que es la Disciplina Positiva, nos sentimos enormemente ilusionados y felices.

¿Pero qué tiene Vigo? Vigo tiene que hemos dicho un tímido ¿Hola? y se nos ha recibido con más de 100 brazo abiertos...y eso marca.

Queremos agradeceros la acogida y ofreceros a posibilidad de seguir descubriendo una forma de educar que nos ayuda a crecer mientras vemos crecer a nuestros hijos, nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos mientras fomentamos la confianza y la motivación y les ayudamos a descubrir sus infinitas capacidades.

Gracias por confiar y querer EDUCAR BONITO.

En las charlas os dimos un adelanto de lo divertido que puede ser mirar la educación con otros ojos, atreverse a buscar algo más allá de los premios y castigos y entender qué nos piden nuestros hijos mientras están aprendiendo a vivir.

¿Os animáis a dar un paso más? ¿Queréis darle un giro total a los gritos, las peleas y la tensión en casa?

Gracias a la Librería Rayuela por abrirnos las puertas acercarnos a las autoras y sus libros, y gracias ahora a La mona chita, por cedernos su espacio, en donde podremos estar ahí Vigo, creciendo con vosotros.

¡¡Nos vemos el día 7!! ¡Sólo quedan 10 plazas!

EDUCA BONITO con Disciplina Positiva




4/10/15

Tu primer día

Te propongo un juego.

Imagina que estás en un despacho. En teoría es tu primer día de "trabajo" aunque aun no tienes muy claro qué tienes que hacer o dónde estás.
A tu alrededor hay un montón de cosas que jamás habías visto y no puedes evitar el impulso de explorar, primero con la mirada y luego con tus manos, todas aquellos pequeños objetos que te intrigan y, de alguna manera que no puedes controlar, te llaman.

Tocas, miras. Investigas. Pero aun así no sabes qué es cada cosa.
Estás solo, o al menos eso crees. Esa sensación de intimidad, por llamarla de alguna manera, da rienda suelta a tu imaginación y a tu sentido de la libertad: "Si todo ésto está aquí, justo delante ¿será para mí, no? Está claro que no se ha puesto aquí por casualidad."

Justo cuando te sientes completamente a gusto, estimulado y a punto de decidir que te encanta todo lo que ves, el corazón se te encoge y das un pequeño salto en la silla. Alguien acaba de entrar sin llamar. Con ímpetu, determinación y sin preguntar.
Qué susto.

Esa persona,que no te mira, sino a la mesa y los objetos que hay en ella, empieza a gritar palabras ininteligibles para ti. Habla en un idioma desconocido y empiezas a sentir temor.
¿Por qué está tan exaltado?
Sus palabras hacen eco en tu cabeza y tu sólo quieres encogerte hasta desaparecer. Sientes que quieres salir corriendo y al mismo tiempo, unas ganas irrefrenables de levantarte y plantarle cara.
 O no. O llorar. A lo mejor llorar es lo que te apetece. Pero no lo tienes claro, porque no puedes pensar con claridad. Su voz, su tono áspero y nada amable no te deja pensar.

No quiero que me diga nada. No así al menos.

Como no sabes qué te dice te quedas quieto. Pero sigue hablando.Parece que demanda algo.¡No se calla!
Quieres entender lo que pasa e intentas preguntar tímidamente.
Error, es un monólogo. No puedes participar.
Entonces optas por tocarlo todo. Revuelves los objetos de la mesa buscando sin saber qué. A lo mejor te está pidiendo algo. Esperas su reacción y no se hace esperar.
Su tono se endurece y el volumen de su voz se eleva.
No. No has acertado. Quedarse quieto no. Tocar tampoco.

¿Qué hago? No entiendo.

Ya sé. Gritaré. Intentaré hablar su idioma. Voy a imitarle.
Entonces gritas y gesticulas. Expulsas sonidos incongruentes dejándote llevar por la intensidad del momento. Has decidido que podrías intentar hacerte entender si te pareces a él.

Para tu sorpresa esa persona se va. Se da la vuelta gritando en su idioma sin sentido y te deja allí, excitado, con la palabra en la boca y queriendo expresar tu indignación.
Menudo primer día.
Menudo trato y menudo training.
Me dejan estos chismes aquí. Me asustan, me gritan y se van.
Pues yo ahora quiero gritar y romper. Que me oigan bien. Me siento mal, enfadado y decido en este instante dejar este puesto. Me niego a trabajar aquí, cooperar o intentar esforzarme por esta "empresa" si cualquiera puede venir y humillarme así.

No entiendo por qué se van.
Y ahora necesito que venga alguien y me explique qué narices pasa. Y un café de paso.

Y entonces gritas pidiendo ayuda. Estás solo y desconcertado.
Y no viene nadie.

Pasa un rato y decides que es inútil. Te rindes. No van a aparecer.No vale la pena.
Aunque...espera. ¿Qué estaba haciendo cuando entró esa persona?
Si. Ya sé. Tocar los objetos de mi mesa.
Recuerdo concretamente que esta accionando el botón verde ese....

Efectivamente. Lo has conseguido. Qué buena decisión. Ahí está esa persona otra vez.
Intentas hablarle en un idioma entre el tuyo y el suyo. Estás nervioso. Creías que era lo que tenías que hacer pero resulta que ya ni habla. Su cara lo dice todo. O nada. No sabes. Otra vez perdido.

Te agarra por el brazo, te levanta casi en volandas y gritando en otro idioma con muchas más consonantes te sienta en una silla y vuelve a marcharse.

¿Cómo te sientes?
¿Qué estás pensando?
¿Qué estás decidiendo?

Todos los días pueden primeros días.
Todo puede ser susceptible de ser aprendido. O no.





2/10/15

GRACIAS POR VENIR

"Gracias por venir"



Sólo puedo empezar así. Sólo me salen esas tres palabras cuando recorro con la mirada al grupo de madres y padres que se toman la molestia de acudir a mis talleres.
Realmente me gustaría decirles muchas más cosas, pero el tiempo está muy medido.
Hay mucho que hacer.

Ahora escribiendo ésto, sin limites ni esquemas, si pudiera volver a recorrer todas esas miradas con calma, parándome en cada uno, acercándome y conectándome con cada historia sin tener que mirar el reloj, les diría que para mi es un privilegio poder escucharles a ellos, poder recibir sus inquietudes y dudas para nutrir con sus experiencias mis ganas de seguir trabajando.

Les diría que cada taller para mi es una gran responsabilidad, como una "sanación" en la que puedo desagraviar gritos, insultos, bofetadas o cuartos oscuros que infinidad de niños han tenido que sufrir "porque vas a aprender por las buenas o por las malas".
 Me hace pensar que podemos, en cierta manera, ayudar a cambiar poquito a poco las cosas. Y les agradezco la humildad y la confianza. El interés y la generosidad.
Y no me avergüenza decir que hasta les abrazaría uno a uno, pero no hay tiempo y no procede.
De momento.

El hecho de sentarme en círculo con ellos y poner en el centro de la habitación y en el epicentro de nuestras prioridades a la infancia y a la educación, me hace sentirme agradecida, aliviada y fortalecida. Pero sobretodo esperanzada. El cambio pide paso.

Cada taller lo vivo como hija, madre, hermana...como profesional, como amiga, como testigo de mil infancias anónimas con las que me cruzo cada día.

Y es que facilitar a un grupo de madres/ padres y educadores el camino hacia una educación consciente se me hace demasiado grande como para describirlo en unas cuantas líneas, pero me gusta hacerlo hablando de su lenguaje no verbal.
Puede ser por haberme dedicado a la Logopedia o por empatía, pero lo cierto es que me fijo siempre en los gestos, movimientos y posturas. Me gusta leer en la gente lo que pueden estar sintiendo o pensando porque nos pasa a todos: en ocasiones no podemos expresarlo con palabras pero somos chivatos indiscretos de lo que nos pasa por dentro.

Cuando empiezo agradeciendo y presentándome veo caras concentradas, esperando, miradas fijas y expresiones más serias de lo que me gustaría muchas veces. Veo brazos y piernas cruzadas.
Estamos sentados unos enfrente de otros y mi reto es hacer que derriben sus muros y empiecen a construir puentes, hacia mi, entre ellos, y hacia sus hijos. Facilitarles el camino hacia la conexión.

Les cuento, ellos hablan, trabajamos, vivenciamos, procesamos, reflexionamos, y después de haber compartido esas horas de evolución, de aprendizaje y de emoción ya no hay caras rígidas o miradas fijas, no hay brazos o piernas cruzadas. Hay personas sentadas en el borde de una silla gesticulando mientras dejan fluir todo lo que están experimentando. Es como un huracán que barre prejuicios, miedos, culpas y oscuridad para dejar paso a miradas con luz, a un millón de respuestas y a expresiones animadas que quieren decir "ahora si".

Se oye un "click" general de mentes trabajando en la apertura.
Se respira un ambiente de emociones contenidas y de corazones acelerados bajando una montaña rusa al mismo tiempo porque, como muchos me dicen al abrazarme para irse: me has dejado tocadísim@.

Ser parte del proceso de cambio de familias que no se conforman simplemente con "condicionar" a sus hijos, que quieren respetarlos para enseñarles que la vida sólo funciona si nos tenemos en cuenta los unos a los otros es, después de educar a mis propios hijos, lo único que consigue que a veces me tiemble la voz.

María Soto