27/12/15

SIN ENVOLVER

"

No es que fuera una molestia, pero un "trágame tierra" muy grande se le pasó por la cabeza cuando la cara de su madre apareció estática a la vez que parpadeante en la pantalla de su móvil.

No es que no quisiera coger el teléfono....pero lo cierto es que no estaba preparada para atender esa llamada. 
Estaba ocupada, cansada, y un poco distraída. No se veía con fuerzas para consolar a la mujer más fuerte del mundo.
"¿Yo? ¿A mi? Se habrá equivocado. Luego la llamo"
Siguió preparando el presupuesto y se olvidó de todo.
Llegó a casa y, para su sorpresa, no había nadie. Entonces recordó la llamada y empezó a inquietarse. "¿Habrá pasado algo?" pensó
Vació el bolso en el suelo ( sabía que no encontraría el móvil de otra manera ) y llamó a su madre.
"¿Mamá dónde estás? ¿Todo bien?"
"Hola Reina, si, bueno...no tengo mucha cobertura. Ahora no puedo hablar. Te veo luego"
Había estado llorando. Lo sabía porque no la reconocía en aquella voz. Nunca antes había escuchado esa distancia en sus palabras. 

Elena se quedó a esperarla en su cama mientras terminaba de preparar trabajo para el día siguiente y sin poder remediarlo se quedó dormida hasta que una mano fría en la frente la despertó horas después.
"Vete a tu cama Reina, aquí no estás cómoda"
"¿Mamá dónde estabas? ¿Qué pasa? ¿Necesitas hablar?"
"Si hija, necesito hablar con ella. Lo necesito muchísimo pero ya no está. He estado ordenando sus cosas para donarlas a la ONG de tu prima. Siento haber llegado tan tarde. Venga, vete a tu cama y descansa que mañana tienes trabajo"

A Elena se le despertó un dolor nuevo en el pecho. Diferente a todo. 
Perder a su abuela la había entristecido, pero ver en su madre la expresión de la indefensión acababa de partila en dos.


"Mamá...sé que echas de menos a la abuela, pero ella ahora ya no sufre"
"Si hija, tenía que irse........ Ma-ña-na ma-dru-gas!!! Venga! A la cama!"

Elena se fue a dormir bastante triste por su madre pero con la rutina y los quehaceres diarios, las dos siguieron con su vida y no volvieron a hablar de aquella noche.

Al año siguiente por las mismas fechas Elena volvió a recibir y no contestar la misma llamada estática a la par que parpadeante de su madre y al llegar a casa esa noche, se la encontró pensativa en el sofá, con una caja de zapatos sobre las rodillas...

"Ais Mamá, es que estaba en una reunión y luego se me pasó llamarte....¿Qué tal el día?"

"Mira, ven."

Su madre, sin levantar la vista de una foto en blanco y negro que sujetaba como si fuera a romperse la imagen, dió dos toquecitos al sofá invitándola a sentarse a su lado.

"Aquí estábamos de camino a la Ermita de San Miguel y el abuelo nos puso en fila para sacarnos una foto...mira a la tía Sole qué cara! jajajjja"

Elena nunca había visto esas fotos y no reconocía a su madre en ellas.

"¿Cual eras tú Mamá?"

"¡¡Soy la enana en brazos de la abuela!! ¡Mira qué guapísima! Y qué tipazo ¿eh? Has heredado su pelo, ¿ves?"

"Qué guapa..."

"Mira, aun recuerdo ese día. Me caí jugando con la pelota y me hice una herida en el brazo...como no me calmaba la abuela me dibujó una historia en una servilleta. No dibujaba bien pero recuerdo que mientras iba contándomela, la pintaba con una pluma del abuelo y el papel absorbía la tinta, entonces quedó un borrón sin forma que me hizo reír muchísimo. Lo pasamos bien."

Con mucho más cuidado aún sacó la servilleta de un sobre.
"Mira el borrón" le dijo con los ojos humedecidos.

Elena no podía decir nada porque tenía un nudo en la garganta que la enmudecía , así que apartó la mirada y cogió nerviosa la caja del regazo de su madre para ver lo que había en ella.

"Ten cuidado Reina. Son todos los regalos que me hizo tu abuela. Te dejo que investigues. Voy a hacer la cena"

Cuando se quedó sola vació todo el contenido de la caja sobre la mesa del comedor para examinarlo con calma:

Había un retal de tela de flores con el nombre "Carmen" bordado dos veces. Uno de los nombres había sido bordado por alguien que sabía hacerlo , y el otro, sin duda, por alguien inexperto.
También había una cuartilla recortada con la mano, con una lista de la compra escrita por un lado "Maicena, Azúcar, huevos, un limón",  y por el otro un dibujo muy mal hecho de una señora con un pastel en la mano. 
Encontró un billete de tren del año 1966, de Madrid a La Coruña, con un perro dibujado al dorso y una foto de un grupo de niñas bañándose en el mar con una frase por detrás "Primer día de playa".
Un lápiz de labios rojo muy gastado. Un botón en forma de margarita. Una revista de crucigramas destrozada. Una cajita de madera con un papel dentro que decía "besos de repuesto"...
Le desconcertó un sobre con un montón de trozos de papel doblados y recortados en formas extrañas con números escritos en lápiz. Los desdobló y descubrió en uno de ellos una inscripción "Patrón Vestido  Novia Carmela".
Su madre nunca le había contado que su abuela le había hecho el traje de novia y con esos trozos de recuerdos amarillentos se las imaginó rodeadas de telas y alfileres, diseñando, cortando, cosiendo y compartiendo momentos de impaciencia e ilusión juntas.


Elena fue a la cocina y se encontró a su madre haciendo un pastel de limón.
"¿Mamá cuéntame qué es todo esto?"

"Ya te lo he dicho hija....son todos los regalos que me hizo mi madre. Me los dió sin envolver. 
No hizo falta"

.........

Todos queremos ver la cara de ilusión de nuestros hijos en las fiestas Navideñas, pero pensemos en todos los regalos sin envolver que podemos darles cada día. No olvidemos que en su caja de tesoros sólo van a caber recuerdos.


María Soto
( A mi madre, a mi abuela y a mi hija)





27/10/15

Taller en Vigo 7/11



¡Hola a tod@s!

A este taller queremos dedicarle un post entero...¿Os imagináis la ilusión que nos hace?

Todos los talleres, todas las charlas, cada sesión de asesoramiento...cada vez que tenemos la oportunidad de compartir este gran tesoro que es la Disciplina Positiva, nos sentimos enormemente ilusionados y felices.

¿Pero qué tiene Vigo? Vigo tiene que hemos dicho un tímido ¿Hola? y se nos ha recibido con más de 100 brazo abiertos...y eso marca.

Queremos agradeceros la acogida y ofreceros a posibilidad de seguir descubriendo una forma de educar que nos ayuda a crecer mientras vemos crecer a nuestros hijos, nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos mientras fomentamos la confianza y la motivación y les ayudamos a descubrir sus infinitas capacidades.

Gracias por confiar y querer EDUCAR BONITO.

En las charlas os dimos un adelanto de lo divertido que puede ser mirar la educación con otros ojos, atreverse a buscar algo más allá de los premios y castigos y entender qué nos piden nuestros hijos mientras están aprendiendo a vivir.

¿Os animáis a dar un paso más? ¿Queréis darle un giro total a los gritos, las peleas y la tensión en casa?

Gracias a la Librería Rayuela por abrirnos las puertas acercarnos a las autoras y sus libros, y gracias ahora a La mona chita, por cedernos su espacio, en donde podremos estar ahí Vigo, creciendo con vosotros.

¡¡Nos vemos el día 7!! ¡Sólo quedan 10 plazas!

EDUCA BONITO con Disciplina Positiva




4/10/15

Tu primer día

Te propongo un juego.

Imagina que estás en un despacho. En teoría es tu primer día de "trabajo" aunque aun no tienes muy claro qué tienes que hacer o dónde estás.
A tu alrededor hay un montón de cosas que jamás habías visto y no puedes evitar el impulso de explorar, primero con la mirada y luego con tus manos, todas aquellos pequeños objetos que te intrigan y, de alguna manera que no puedes controlar, te llaman.

Tocas, miras. Investigas. Pero aun así no sabes qué es cada cosa.
Estás solo, o al menos eso crees. Esa sensación de intimidad, por llamarla de alguna manera, da rienda suelta a tu imaginación y a tu sentido de la libertad: "Si todo ésto está aquí, justo delante ¿será para mí, no? Está claro que no se ha puesto aquí por casualidad."

Justo cuando te sientes completamente a gusto, estimulado y a punto de decidir que te encanta todo lo que ves, el corazón se te encoge y das un pequeño salto en la silla. Alguien acaba de entrar sin llamar. Con ímpetu, determinación y sin preguntar.
Qué susto.

Esa persona,que no te mira, sino a la mesa y los objetos que hay en ella, empieza a gritar palabras ininteligibles para ti. Habla en un idioma desconocido y empiezas a sentir temor.
¿Por qué está tan exaltado?
Sus palabras hacen eco en tu cabeza y tu sólo quieres encogerte hasta desaparecer. Sientes que quieres salir corriendo y al mismo tiempo, unas ganas irrefrenables de levantarte y plantarle cara.
 O no. O llorar. A lo mejor llorar es lo que te apetece. Pero no lo tienes claro, porque no puedes pensar con claridad. Su voz, su tono áspero y nada amable no te deja pensar.

No quiero que me diga nada. No así al menos.

Como no sabes qué te dice te quedas quieto. Pero sigue hablando.Parece que demanda algo.¡No se calla!
Quieres entender lo que pasa e intentas preguntar tímidamente.
Error, es un monólogo. No puedes participar.
Entonces optas por tocarlo todo. Revuelves los objetos de la mesa buscando sin saber qué. A lo mejor te está pidiendo algo. Esperas su reacción y no se hace esperar.
Su tono se endurece y el volumen de su voz se eleva.
No. No has acertado. Quedarse quieto no. Tocar tampoco.

¿Qué hago? No entiendo.

Ya sé. Gritaré. Intentaré hablar su idioma. Voy a imitarle.
Entonces gritas y gesticulas. Expulsas sonidos incongruentes dejándote llevar por la intensidad del momento. Has decidido que podrías intentar hacerte entender si te pareces a él.

Para tu sorpresa esa persona se va. Se da la vuelta gritando en su idioma sin sentido y te deja allí, excitado, con la palabra en la boca y queriendo expresar tu indignación.
Menudo primer día.
Menudo trato y menudo training.
Me dejan estos chismes aquí. Me asustan, me gritan y se van.
Pues yo ahora quiero gritar y romper. Que me oigan bien. Me siento mal, enfadado y decido en este instante dejar este puesto. Me niego a trabajar aquí, cooperar o intentar esforzarme por esta "empresa" si cualquiera puede venir y humillarme así.

No entiendo por qué se van.
Y ahora necesito que venga alguien y me explique qué narices pasa. Y un café de paso.

Y entonces gritas pidiendo ayuda. Estás solo y desconcertado.
Y no viene nadie.

Pasa un rato y decides que es inútil. Te rindes. No van a aparecer.No vale la pena.
Aunque...espera. ¿Qué estaba haciendo cuando entró esa persona?
Si. Ya sé. Tocar los objetos de mi mesa.
Recuerdo concretamente que esta accionando el botón verde ese....

Efectivamente. Lo has conseguido. Qué buena decisión. Ahí está esa persona otra vez.
Intentas hablarle en un idioma entre el tuyo y el suyo. Estás nervioso. Creías que era lo que tenías que hacer pero resulta que ya ni habla. Su cara lo dice todo. O nada. No sabes. Otra vez perdido.

Te agarra por el brazo, te levanta casi en volandas y gritando en otro idioma con muchas más consonantes te sienta en una silla y vuelve a marcharse.

¿Cómo te sientes?
¿Qué estás pensando?
¿Qué estás decidiendo?

Todos los días pueden primeros días.
Todo puede ser susceptible de ser aprendido. O no.





2/10/15

GRACIAS POR VENIR

"Gracias por venir"



Sólo puedo empezar así. Sólo me salen esas tres palabras cuando recorro con la mirada al grupo de madres y padres que se toman la molestia de acudir a mis talleres.
Realmente me gustaría decirles muchas más cosas, pero el tiempo está muy medido.
Hay mucho que hacer.

Ahora escribiendo ésto, sin limites ni esquemas, si pudiera volver a recorrer todas esas miradas con calma, parándome en cada uno, acercándome y conectándome con cada historia sin tener que mirar el reloj, les diría que para mi es un privilegio poder escucharles a ellos, poder recibir sus inquietudes y dudas para nutrir con sus experiencias mis ganas de seguir trabajando.

Les diría que cada taller para mi es una gran responsabilidad, como una "sanación" en la que puedo desagraviar gritos, insultos, bofetadas o cuartos oscuros que infinidad de niños han tenido que sufrir "porque vas a aprender por las buenas o por las malas".
 Me hace pensar que podemos, en cierta manera, ayudar a cambiar poquito a poco las cosas. Y les agradezco la humildad y la confianza. El interés y la generosidad.
Y no me avergüenza decir que hasta les abrazaría uno a uno, pero no hay tiempo y no procede.
De momento.

El hecho de sentarme en círculo con ellos y poner en el centro de la habitación y en el epicentro de nuestras prioridades a la infancia y a la educación, me hace sentirme agradecida, aliviada y fortalecida. Pero sobretodo esperanzada. El cambio pide paso.

Cada taller lo vivo como hija, madre, hermana...como profesional, como amiga, como testigo de mil infancias anónimas con las que me cruzo cada día.

Y es que facilitar a un grupo de madres/ padres y educadores el camino hacia una educación consciente se me hace demasiado grande como para describirlo en unas cuantas líneas, pero me gusta hacerlo hablando de su lenguaje no verbal.
Puede ser por haberme dedicado a la Logopedia o por empatía, pero lo cierto es que me fijo siempre en los gestos, movimientos y posturas. Me gusta leer en la gente lo que pueden estar sintiendo o pensando porque nos pasa a todos: en ocasiones no podemos expresarlo con palabras pero somos chivatos indiscretos de lo que nos pasa por dentro.

Cuando empiezo agradeciendo y presentándome veo caras concentradas, esperando, miradas fijas y expresiones más serias de lo que me gustaría muchas veces. Veo brazos y piernas cruzadas.
Estamos sentados unos enfrente de otros y mi reto es hacer que derriben sus muros y empiecen a construir puentes, hacia mi, entre ellos, y hacia sus hijos. Facilitarles el camino hacia la conexión.

Les cuento, ellos hablan, trabajamos, vivenciamos, procesamos, reflexionamos, y después de haber compartido esas horas de evolución, de aprendizaje y de emoción ya no hay caras rígidas o miradas fijas, no hay brazos o piernas cruzadas. Hay personas sentadas en el borde de una silla gesticulando mientras dejan fluir todo lo que están experimentando. Es como un huracán que barre prejuicios, miedos, culpas y oscuridad para dejar paso a miradas con luz, a un millón de respuestas y a expresiones animadas que quieren decir "ahora si".

Se oye un "click" general de mentes trabajando en la apertura.
Se respira un ambiente de emociones contenidas y de corazones acelerados bajando una montaña rusa al mismo tiempo porque, como muchos me dicen al abrazarme para irse: me has dejado tocadísim@.

Ser parte del proceso de cambio de familias que no se conforman simplemente con "condicionar" a sus hijos, que quieren respetarlos para enseñarles que la vida sólo funciona si nos tenemos en cuenta los unos a los otros es, después de educar a mis propios hijos, lo único que consigue que a veces me tiemble la voz.

María Soto






6/9/15

Inocencia



Describir la inocencia es como intentar ponerle melodía a un sentimiento. No se puede definir la mirada de un niño, porque nos habla con el idioma del universo y a nosotros los adultos, se nos ha olvidado entenderlo.

Observar la inocencia es contemplar a un niño maravillarse cuando a un caracol le "salen los cuernos al sol".Ver ese brillo en sus ojos y saber agradecerlo.
Es escuchar su risa nerviosa la primera vez que nota el lametazo de un perro en la cara.
Es emocionarse contemplando su paz mientras duerme.
Poder observar la inocencia y ser conscientes de que ese pequeño ser humano está experimentando un millón de sensaciones que jamás había sentido antes, debería ser para nosotros todos los regalos de Navidad en un segundo.
Porque a veces se nos pasa de largo, a veces no reparamos en que esa duda al bajar un escalón es la primera vez que experimenta el miedo, o no somos conscientes de que aquella pelea con su primo favorito fue su primera gran decepción.
Qué ciegos al meterle prisa porque llegamos tarde o al obligarle a que se reconcilie con su primo para seguir jugando.

No. Es su primer miedo. Es su primera decepción.
Es el mundo el que debería pararse a observar y acompañar ese momento. Es el mundo el que debería detenerse a respetar ese instante único.

La inocencia es la ignorancia del mal, la mirada limpia que contempla desde el asombro, la curiosidad y la luz. Qué pena ser testigos de tal acontecimiento y vivir pensando en todo lo que no es realmente importante mientras está sucediendo justo a nuestro lado...y nos lo estamos perdiendo.
Y lo que es peor, muchas veces, lo estamos contaminando.

¿Qué pasaría si nunca perdiéramos la inocencia? ¿Qué pasaría si fuéramos capaces de vivir experimentando cada día como un regalo? ¿ Cómo sería vivir sin que las ganas de explorar y aprender se marchitasen?

El mundo no está preparado para acoger y proteger como se merece a tanta grandeza. Nos hemos olvidado de lo que era ser capaces de sentir sin medida.

¿Alguna vez has visto la reacción de un bebé cuando su madre entra en la misma habitación?
Esa mezcla de urgencia, felicidad y nerviosismo. Esa cara iluminada y esos bracitos  aleteando como si quisiera echarse a volar. Esa mirada infinita.

Se nos pasa por alto que ese momento es AMOR. Estamos siendo testigos de la pureza.

Los niños son las nuevas oportunidades de observar lo real y lo auténtico. Son la píldora para la tristeza y el verdadero combustible que puede iluminar todo lo que realmente es necesario que veamos.

Si fuéramos conscientes de la magnitud de esos momentos, de lo sagrado y lo auténtico de ese llanto o de esa risa, viviríamos días que valdrían mucho más la pena.

La inocencia de los niños es la naturalidad, es la tranquilidad dentro de un huracán en crecimiento.
La inocencia es pensar que todo puede ser maravillosamente emocionante sin cansarse de esperar. Sin perder los ánimos. Porque les desborda la ilusión, porque el infinito no está suficientemente lejos.

La inocencia es la fe. Es tener la convicción ciega de que mis padres pueden y saben , de que los Reyes vienen cada año, de que todo es posible si puedes imaginarlo. De que si tú me lo dices...¡¡cómo no creerlo!!

Si fuéramos capaces de preservar esa candidez el mayor tiempo posible, si nos parásemos a pensar si realmente vale la pena apurar los tiempos y tener "niños mayores" con 3 años, o princesas con 5...Si fuéramos conscientes de que la inocencia no se recupera si la pierdes y que no hace falta jugar con pistolas o espadas...que las guerras ya llegan solas cuando menos te lo esperas.
Si fuéramos conscientes de que una vida que crece es todo lo que hay de divino en el mundo, a lo mejor nos lo pensaríamos dos veces antes de volver a decir " así se van curtiendo".
Antes de volver a faltarles al respeto.

Si. No vivimos en otra parte. Vivimos en guerras, corrupciones y soledad. Vivimos en estrés, en capitalismo y en enfermedad. Todos tenemos que aprender a convivir con lo que no es bonito, con lo que duele. Tenemos que crecer, evolucionar y adaptarnos a lo que a cada uno le toque.
Aprender a vivir...Pero si fuéramos capaces de conectarnos con el niño que fuimos, si fuéramos capaces de volver a sentir "primeras veces" y a ver lo maravilloso en lo pequeño o insignificante, quizás podríamos respetar la pureza de esas almas que creemos en construcción, pero que son las que realmente pueden darnos lecciones de grandeza.

Detengamos un momento el tiempo, bajémonos del mundo y como el concurso del "carro blindado", construyamos con ellos de cada día un juego. Porque lo que no te he dicho es que si miras de cerca a un niño, te pones bizco y se ríe tienes que pegarte mucho mucho a su pecho. Si escuchas el colibrí aleteando que vive dentro, quizás te contagies y puedas ser inocente de nuevo.

;)

María Soto

18/8/15

GEMEINSCHAFTSGEFÜHL



Me encantaría saber pronunciar esta palabra. Poder decirla de forma adecuada e incorporarla en mi vocabulario habitual.
A simple vista parece el nombre de una estación de tren a las afueras de una ciudad Alemana.
O el apellido de alguien importante: Otto Von Gemein...noséqué...

Pero no. GEMEINSCHAFTSGEFÜHL para mi es la llave que abre la puerta de una nueva forma de ver el mundo. O quizás la única forma posible de mirar al futuro con algo de esperanza.
Todas esas letrajas jutas y apiñadas me dicen TODO.

Es una lástima que no se entienda bien, y no hablo precisamente del idioma en el que está escrita, sino de su significado mismo.
Incomprensible por desgracia para muchos aunque, con ojos optimistas, parece que podemos respirar y no sentirnos decepcionados de nosotros mismos.

Significa SENTIDO DE COMUNIDAD o INTERÉS SOCIAL.

Y ¿Sabes qué?
Que estamos diseñados para buscar la forma de entendernos.
Pero no lo sabemos.

Quién no recuerda las imágenes de aquel fatídico día de Marzo en el que el odio se llevó a casi 200 personas por delante. Aquel trágico día que quedará marcado en nuestra memoria para siempre.
El dolor y la pena nos vienen rápido a la cabeza y al corazón al pensar en una fecha: 11M.

Pero...y si recordamos aquellas imágenes que dieron la vuelta al mundo. Aquellas personas anónimas arriesgando su integridad por ayudar a los demás, por socorrer a las víctimas. No dudaron un segundo en acudir al rescate y organizarse de manera asombrosamente rápida para salvar a los supervivientes.

Cómo reconforta pensar que de un acto tan atroz pudieron aflorar las reacciones más heróicas.
Qué alivio comprobar que si necesito ayuda, tú, que no me conoces, vendrás en mi auxilio.

Y pasa siempre.
Angrois.
En cada tragedia, en cada desastre. Nos organizamos para darlo TODO por los demás.
En mi ciudad hay un monumento a 3 policías, a 3 HÉROES que dieron su vida por otro.

Sabemos ayudarnos. Sabemos olvidarnos de nosotros. Sabemos renunciar a nuestro tiempo, a nuestros "bienes" materiales, a nuestra vanidad.
Nos sale solo.

¿Cuántos voluntarios anónimos hay en el mundo trabajando por reparar injusticias o desigualdades?

El interés social nos sale de dentro.

El bien del otro por encima del mio.

El bien del grupo. El bien común.

A veces da miedo pensar en esa renuncia, en esa falta de comodidad que supone ceder en algo por los demás.  Pero ...¿y si somos nosotros los que necesitamos ayuda, comprensión o empatía en un momento dado? ¿Y si, en un mal momento de su vida, es uno de nuestros hijos el que necesita que alguien de su entorno se olvide un poco de sí mismo para prestarle su ayuda actuando en favor de " el bien común"? ¿Y si son ellos los que necesitan un héroe anónimo, un acto de generosidad?

Nos gustaría pensar que no van a estar solos. Que esta sociedad evoluciona igual de rápido que la tecnología o la ciencia y que cada vez somos un grupo más unido a la vez que diverso y tolerante.

Pero desgraciadamente sabemos que queda mucho camino que recorrer para llegar a ser una humanidad "humana".

Suena a utopía. Paz en el mundo. Vivir felices. We are the world.

¿No tenemos remedio? Estoy convencida de que sí. De que necesitamos abrir los ojos y comprobar que nada es posible si recorremos el camino solos. Estoy convencida de que se puede "resetear" el mundo y grabarnos una palabra en el disco duro:

CONEXIÓN.

Si conseguimos interiorizar el hecho de que la conexión entre nosotros es lo que nos enriquece, podremos perderle el miedo a abandonar los individualismos que nos está extinguiendo. Suena drástico pero es así. No hace falta que describa lo que pasaría si cada ser humano pensara solamente en sí mismo.

¿Y qué nos está salvando del colapso?
LA FAMILIA

¿Por quienes somos capaces de olvidarnos de nosotros mismos?

¿A que si? ..¿A que sólo por ellos?...

Nuestros hijos nos enseñan a renunciar a absolutamente todo lo irrenunciable con el simple hecho de existir. Nuestros padres nos inspiran generosidad y entrega. Nuestros hermanos nos enseñan lo que es la primera amistad.

¿ Y si damos un paso más? Por qué no ampliar el círculo.
¿Y si nos aprendemos esa palabreja y educamos pensando un poco más en ella?
¿Y si sembramos en nuestro hijos el sentido de pertenencia de manera que ellos lo transmitan y lo tengan también en cuenta?
Podemos buscar un ambiente cooperativo en casa, en donde todos juntos CONSTRUIMOS FAMILIA.
Podemos enseñar a nuestros hijos a aportar opiniones, decisiones, soluciones, pero también a renunciar a veces por el bien común del grupo:

" Yo quiero ir al parque pero es mejor llegar a tiempo a casa de la abuela"

Se puede inculcar en nuestros hijos la idea de que no siempre tiene que imponerse la voluntad propia.
Se puede enseñar que renunciar a veces es dejar crecer a los demás y, en consecuencia, crecimiento  de todos. Es bonito ver cómo va naciendo en ellos la generosidad como reflejo de ese sentido de pertenencia... ¿Cómo creéis que se cultiva?

"La entrega engrandece". "Ayudar para ayudarse a uno mismo". "Dar es recibir".
Parecen lemas o slogans fáciles, pero encierran muchas de las claves de la felicidad.

Conjugar los verbos en primera persona es necesario, pero NOSOTROS es una palabra muy bonita.
Liberarse un poco del YO y hablar en plural da fuerza, respaldo, cobertura.
 Es como sentirse equilibrista: "Yo camino sobre la cuerda, pero la red está ahí por si me caigo"

No cambiaremos el mundo en una semana pero nuestros hijos aprenderán a cooperar mientras crecen dejando crecer. Compartiendo.
Primero en casa. Luego en el mundo.
A lo mejor algún día conseguimos que deje de ser noticia el hecho de ayudarnos o pensar en los demás, porque habremos conseguido entender, no que la unión hace la fuerza, sino que la conexión y la cooperación crean humanidad. Nos ayudan a crecer individualmente y como grupo.

Inténtalo, es difícil, pero al final suena bien...GEMEINSCHAFTSGEFÜHL ;)

María Soto Álvarez de Sotomayor


















7/8/15

Evolución

¡Que entre el color!

Le decimos adiós a nuestro antiguo logo y damos a bienvenida a todos los retos nuevos, a la aventura y a las ganas de avanzar.

Gracias logo viejo, te sacaremos de vez en cuando a pasear.

24/7/15

"Mi madre es tonta"


"Tengo 3 recuerdos de mi infancia y mi juventud que creo que no necesitarían tinta si me hiciera un tatuaje sobre ellos.
 El más grande, profundo y bonito es la imagen de mi madre distraída en el aeropuerto. Su actitud  aparentemente fría me hundió en una decepción que tardaría años en superar, pero hoy, después de 3 décadas, conservo en mi mente y en mi corazón ese instante como uno de los más importantes de mi vida.

Fue una época difícil para mí, aunque supongo que no mucho más difícil que para el resto de chicas de 14 años. Ahora que puedo verlo a través de otros ojos sé que tuvo que ser complicado convivir con un ceño fruncido con portazo perpetuo incorporado. La edad del pavo, que le llaman. 

Me recuerdo en un enfado constante, en un malestar conmigo misma y los demás que no lograba entender. Con un millón de preguntas que, según el día o incluso la hora, tenían diferentes respuestas para mí. 
Tampoco se me olvida esa montaña rusa de hormonas y sensaciones, que bailaban entre la lágrima y la carcajada con una cadencia peligrosamente incongruente.
Pero "molaba".
Era feliz riendo o llorando, porque intuyo que eso era exactamente lo que tenía que ser.

Y mi madre.
"Mi madre es tonta". 
Era mi frase. Mi lema en mi super-pandilla de clase, en mi super-colegio.En mi super-mundo.

Pero mi madre... 
Yo realmente la adoraba, la admiraba y la veneraba en secreto. 

La observaba muchas veces, y aunque la mayor parte del tiempo una voz siniestra me decía que le llevara la contraria por sistema, echaba infinitamente de menos sentarme en su regazo o que me contara cosas mientras me peinaba la melena. Hacía demasiado tiempo de eso, pero realmente hacía muy poco tiempo de eso.

La buscaba constantemente. La provocaba para intentar conseguir un poco más de ella. Algo más intenso que su paciencia infinita y su mirada serena. Un grito. Me daba igual. Su aparente pasividad me sacaba de quicio, aunque poco después comencé a entender todas aquellas frases que en su día  me desconcertaban. Ahora son las las llaves que me han abierto casi todas la puertas de mi vida.

"Te noto alterada. Creo que es mejor que busquemos otro momento para hablar"
"Sé que si es importante para ti encontrarás una solución"

"Mi madre es tonta"

Y aquel día.Mi tatuaje sin tinta.
La despedida.

Después de un año nefasto en el colegio, la directora le propuso a mis padres enviarme un año al extranjero para aprender un idioma. Querían mandarme a un pueblo en Francia, cerca de Bélgica.
En aquel momento pensé que realmente querían deshacerse de mi.

Y encima no se les ocurre otra cosa que preguntarme. 
"Es tu decisión ¿Quieres ir?"
SI.

Si, con una tonelada de orgullo frenando un océano de lágrimas justo en el borde de mis párpados.
Si, con los puños apretados para contener el tembleque de la voz.
Si, con un "no me importa nada" en la mirada y un "no puedo vivir sin vosotros" en el corazón.

Y me fui.

Y ya me había ido al salir del despacho de la directora. Y estuve ausente, muy lejos, durante todo el mes que duraron los preparativos.Y no me dí cuenta de los ojos rojos de mi madre de vez en cuando en la cocina.

No se me olvidará en la vida su abrazo medido y estudiado que antes no sabía y ahora sé leer, lleno de contención, de respeto por no venirse abajo. Su "Sabes que te quiero y confío en que será una gran experiencia para ti" que en ese momento fue un "blablablabla" y ahora vale más para mi que todas la palabras que me quedan por oír.

Siempre será mi recuerdo más preciado, porque con los años, la experiencia y todo lo que supuso para mi futuro ese año, jamás podré agradecerle lo suficiente a mi madre su aliento y su confianza. El hecho de no haberme rescatado, sino de permitirme encontrar mi propio poder.Mis respuestas y mi propia vida.
El hecho de demostrarme un amor infinito en un abrazo que yo sentí contenido, pero que realmente me llenaba la mochila de calor suficiente para dar la vuelta al mundo.

Pero sobretodo, el hecho de haber sabido entender que yo, en aquel momento, no entendía nada."

A todas las hijas que, ahora madres, han aprendido a reconciliar recuerdos.
( Y a M. Aguado, por acompañarme en muchos de ellos)

María Soto Álvarez de Sotomayor















6/7/15

"¡No quiero!"

" Era una mañana de esas que no sabes si playa o terracita a la sombra, de esas que la gente sonríe sin motivo y te sirves lo que haya frío en la nevera.
En el Norte no hay muchas mañanas de esas.

Eugenio esperaba a sus hijos en pijama, bajo la sombra de su morera.
Puede que fuera Jueves y no vinieran hasta las 5, o quizás era Domingo. En ese caso estaban tardando.

Justo cuando Juan apareció por la puerta de la cocina Eugenio se dio cuenta de que llevaba una tostada en la mano. ¿Habría desayunado? ¿Quién era ese que entraba en su casa?

-¡Socorro! ¡Socorro! ¡Auxilioooo!
-Papá tranquilo! Papá soy Juan!!
-¡Ayúdenme! ¡Socorro!
-Papá por Dios, ¡Mírame, soy yo!
-¡Soco.......Idiota! has picado otra vez!! jajajjajajajaja

Juan se recompuso, se preparó para para explicarle a su padre una vez más los peligros de fingir una pérdida de memoria, le miró a los ojos y...no pudo evitar reirse al observar esa cara de niño travieso llena de arrugas. Esa mirada llena de fuerza y de vida que había visto casi todos los amaneceres del mundo. Su padre era un joven anciano atrapado en una piel vieja, pero totalmente innundado de ganas de vivir y disfrutar de cada momento.

"Estás gordo hijo, así no podrás correr si vienen los malos!! jajjajaja"
"No estoy gordo Papá, es el estrés"
"¿Estrés? Estrés dice....Si yo te contara lo que es el Estrés..."
"Llegamos tarde Papá, vístete por favor"

Eugenio era un hombre fuerte y alegre. Eugenio no recordaba cosas a veces, y a veces tenía mucho miedo.

"Tarde a dónde Juan"
"Papá no empieces que ya no es gracioso....bueno, espera....no lo recuerdas, verdad?"

Juan había notado ese temblor, esa leve e imperceptible vibración en sus palabras que le hablaba del miedo, del vacío en el que a veces tenía que luchar su padre por encontrar el camino de vuelta.

"Hoy comemos con Sara, tu hija, y sus niños , Santi y Eugenia"
"Sé quién es mi hija zoquete!"

Eugenio se dió la vuelta y entró en casa todo lo rápido que sus zapatillas sin suela le permitieron.

No era divertido olvidar. No encontraba ese lado positivo que sabía sacarle a todo, no veía por ninguna parte ese punto gamberro que le ayudaba a traducir la vida en canciones populares o chistes poco refinados.

Eugenio a veces se perdía y cada vez le costaba más encontrarse.

Ya en la terraza, con Juan, Sara y los niños, Eugenio pasaba un rato agradable  jugando al veo veo con su nieta, cuando ocurrió.

"Ya vienen" dijo.
Se levantó súbitamente y comenzó a andar hacia un terraplén lleno de arbustos que rodeaba la cafetería.
"¿Quién viene?" Juan se levantó y le siguió de cerca
"Ya vienen, ya vienen ¡a cubierto!"
Su cara reflejaba un pavor digno de quien ha vivido los horrores de una guerra, de quien se ha escondido en alcantarillas mientras intenta dormir al son de una sirena. la cara de alguien que estaba viajando en el tiempo a su peor pesadilla.

"Papá por favor vuelve a la mesa, no viene nadie. Estamos comiendo con Sara y los niños"
"Suéltame!! ¡Más vale que corras o te atraparán!"
Eugenio llegó a los arbustos e intentó agazaparse detrás.

Sus hijos lo agarraron por las muñecas e intentaron llevarlo hacia la mesa. él se resistía. Se mantenía quieto, haciendo fuerza. Su cara, su color, el ritmo de su respiración, todo en él estremecía. La gente de las mesas cercanas comenzaba a darse cuenta de la escena y sus hijos empezaban a impacientarse.

"Papá por Dios, reacciona!!"

"¡No quiero! ¡Dejarme!¡No quiero!"

Eugenio rompió a llorar. Eugenio  ahora mismo tenía 7 años y estaba escondido con su madre y sus hermanos en las alcantarillas de la calle Fuencarral escuchando cómo decenas de bombas caían sobre la ciudad. Paralizado. Perdido.

Eugenio no sabía volver.

Cuando Sara y Juan estaban a punto de llamar a la ambulancia, su nieta Eugenia se acercó a él y le abrazó. Le estrechó fuerte con sus bracitos regordetes y le llenó la cara de besos.

"Abuelo te quiero, abuelo te quiero. "  Le limpiaba las lágimas con su vestido y le apretaba contra su cara "Abuelo te quiero." 
Se sentó a su lado e hizo como que se escondía, ofreciéndole un sitio detrás de un arbusto más frondoso. Él aceptó y se acurrucó junto a ella.
"Abuelo había una vez un barquito azul que navegaba por el mar de la India buscando peces de colores, un día...." 
En ese momento él la miró a los ojos, le agarró la cara con las dos manos y dijo muy tranquilo:

"...un día tropezó con una ballena amarilla que sabía cantar alrevés..."

Lo habían conseguido. 

Habían vuelto juntos venciendo al olvido con el cuento que cada noche le contaba a sus hijos y a sus nietos para dormirse y ahora le contaba a él su nieta pequeña. 

"Papá ¿estás bien?¡Menudo susto nos has dado! "

"¿Susto? Susto dice...si yo te contara lo que es un susto...quita zoquete, que estamos jugando!...¿por dónde íbamos princesa?"


Las enfermedades que afectan a la memoria son devastadoras. Todo aquel que haya padecido este tipo de afecciones como cuidador o familiar sabrá que es muy doloroso pasar por momentos de angustia como este, y también sabrán que el cariño y la conexión son casi siempre los únicos puentes hacia la calma.

Intentemos tener eso presente a la hora de tratar con niños, ancianos o cualquier persona que necesite de nuestra comprensión y paciencia para afrontar momentos de transición o, en el caso de los niños, crecimiento. Un "¡No quiero!" la mayoría de las veces dice muchas más cosas que la simple oposición. La única manera de acceder a todo ese "mensaje cifrado" es a través de la paciencia, el cariño. el respeto y la conexión.

Trabajemos la empatía e intentemos conectar siempre antes de corregir, intentar solucionar o avanzar.



María Soto Álvarez de Sotomayor





2/7/15

Comunicación en Familia



La CONEXIÓN entre padres e hijos es la base de la armonía familiar y el pilar maestro sobre el que se apoyan los cimientos de la sociedad.

A lo largo de mi trayectoria profesional he trabajado solucionando problemas de comunicación de diversos tipos y he podido comprobar los efectos de esa clase de trastornos en la calidad de vida de los pacientes y en el desarrollo personal de ellos mismos y de sus FAMILIAS.Pero también me di cuenta de que los trastornos de la voz, el habla o el lenguaje no son los únicos obstáculos que pueden crear problemas de conexión en una familia. Me di cuenta de que la gran mayoría de familias tienen problemas precisamente por eso, por una comunicación muy poco efectiva.

Una comunicación pobre impide el intercambio correcto de información a todos los niveles y dificulta enormemente la unión y la cooperación.

¿Por qué nuestros hijos no nos escuchan? ¿Por qué vivimos totalmente aislados los unos de los otros?

Nos falla esa CONEXIÓN que alimenta el vínculo, no tenemos ese puente que nos mantiene unidos para disfrutar juntos de los buenos momentos y afrontar de la mano los no tan buenos.

Desde el primer instante de vida los bebés necesitan la piel de sus padres para crecer sanos y sentirse seguros. Necesitan contacto,calor, unión.
A medida que siguen creciendo pueden seguir notando esa unión y ese contacto de muchas maneras diferentes, pero si dejan de notarlo, expresarán esa carencia actuando de manera inapropiada. Buscarán esa conexión y esa pertenencia, pero la mayor parte de las veces no sabrán cómo hacerlo.

Cada vez que una madre ( o padre) sostiene a su bebé a la altura de sus ojos y le hace "arrumacos", ese bebé siente conexión. Cada vez que su padre ( o madre) le hace reír con "pedorretas" o caras feas, ese niño siente conexión. La COMUNICACIÓN que crea la CONEXIÓN a esos niveles es así: piel, sonrisas, susurros, caricias,canciones, juego, contacto.

¿Y qué es lo que cambia cuando crecen? ¿Por qué las sonrisas, los susurros, caricias, juego y contacto se convierten en peleas, retos, desobediencia, pasotismo o gritos?

¿Qué falla?

Que la comunicación evoluciona y todo lo que hacemos expresa constantemente. A veces nuestra manera de comunicarnos nos aleja de ellos porque creemos que las palabras tienen que llenar todos esos silencios que antes llenábamos con caricias.

Nada más lejos de la realidad.

No paramos de hablar y no decimos nada.O decimos siempre lo mismo. No les llega el mensaje. Nos oyen pero no escuchan.

Y es que el lenguaje no verbal descuidado puede malinterpretarse, las órdenes constantes crean resistencia, el diálogo unidireccional ( monólogo) no intercambia nada...acabamos desconectándonos de nuestros hijos en nuestro afán por educarles y perdemos así su colaboración. No somos un equipo.La cooperación desaparece y es imposible conseguir que "pongan de su parte". O conseguimos su colaboración basada en el chantaje, el miedo o el hartazgo. No es una conexión efectiva a largo plazo ni estable ante las dificultades.

La buena comunicación familiar es aquella que consigue reforzar los vínculos y crear más puntos de unión, CONECTAR a sus miembros para ayudarles a crecer individualmente y así aportar crecimiento a la familia.

La buena comunicación familiar es aquella en la que todos sus miembros disfrutan de una relación horizontal de respeto, en donde todos puedan expresar de forma amable sus deseos, sentimientos o inquietudes y puedan recibir el feedback necesario para sentirse seguros y seguir confiando los unos en los otros.

¿Y eso cómo se hace?
Se hace teniendo en cuenta que los niños son niños y no siempre se comportarán como quisiéramos. Se consigue sabiendo "leer" su necesidad de conexión y pertenencia detrás de cada mal gesto, de cada "desobediencia" y entendiendo que ellos, por su inmadurez, no sabrán comunicar lo que sienten o lo que les pasa, pero nosotros como adultos podremos facilitárselo si les ayudamos a poner "palabras" a esos portazos, a esas explosiones de ira o esos llantos de frustración. Conectando antes de corregir. "Leyendo" su enfado, poniéndole nombre y buscando una solución.

Una buena comunicación familiar se consigue escuchando. Lo que parece importante y lo que no. Escuchando se enseña a escuchar y se "descubre" a nuestros hijos. Escuchar con la misma atención los "te quieros" que los "te odios", porque ambos expresan.

Si intercambiamos las órdenes por preguntas para dejar que nuestros hijos busquen una respuesta y les enseñamos a pensar por si mismos en lugar de convertirlos en pequeños robots "obedecedores".
Si no nos tomamos como "faltas de respeto" sus expresiones de desánimo o frustración y en vez de ignorarlas o castigarlas, las acompañamos y las modelamos con respeto.
Si intentamos enseñarles las cosas que se pueden hacer en lugar de lo que NO se debe.
Si les motivamos a crecer traduciendo sus errores en oportunidades para mejorar.
Si no les etiquetamos y les hacemos sentirse seguros discriminando lo que SON de lo que HACEN.
Si les comunicamos los límites necesarios para el buen funcionamiento familiar de manera respetuosa y en el momento adecuado ( no en pleno conflicto o discusión, en donde no hay autocontrol por ninguna de las partes).
Si les ayudamos a identificar sus sentimientos para ponerles nombre y poco a poco aprender a gestionarlos de manera adaptativa.
Si les hacemos partícipes en la búsqueda de soluciones y en la toma de decisiones ( guiada por nosotros).
Si les mostramos nuestra confianza y no nuestro miedo a un posible fracaso.
Si nos mantenemos firmes en los momentos en los que la situación lo requiera pero lo hacemos SIEMPRE de la manera más amable y cercana posible....

.....estaremos comunicándonos de manera efectiva y educando desde la conexión y el respeto.

Familias en las que sus miembros se sienten conectados son familias que se apoyan, que disfrutan, que aprenden de los malos momentos y que crecen juntas. A nivel social, son pequeños núcleos desde los que se puede aportar toda esa cooperación, unión y sentido de comunidad que tanto necesita nuestro mundo actualmente.
Una comunicación familiar efectiva puede traducirse en hijos y padres felices, y en una sociedad más empática, unida y dispuesta a la cooperación.




María Soto Álvarez de Sotomayor










15/6/15

"Tenéis una Mamá increíble"


Ojalá este post llegara a tanta gente que la mujer que lo ha inspirado pudiera leerlo.

Ojalá me hubiera atrevido a seguirla y decirle lo que opino de ella. Pero no, sólo le dediqué la mejor  de mis sonrisas. No fui capaz de hacer nada más...aunque creo que fue mejor así.

Esta tarde volvía a casa sola. Salí a hacer unos recados y mi marido se quedó con los niños.
Siempre procuro dedicarles el 300% de mi atención cuando estoy con ellos, por eso cuando estoy sola y tengo tiempo suelo observar, escuchar los ruidos de la calle, dar rodeos para pasar por sitios que me gustan o sentarme un par de minutos en algún banco a ver pasar a la gente. Recuperar ese mundo que deja de existir cuando mis hijos me lo llenan por completo ( en el mejor de los sentidos, "claroestá"!).

Decidí volver por una calle peatonal que llega justo hasta mi casa. Lo malo de esa calle es que es una cuesta bastante empinada, pero a las 7 de la tarde tiene una luz genial, así que pensé "la cuesta te viene fenomenal" y empecé a subirla.

A medio camino me fijé que una mujer subía un carrito unos metros por delante de mi, con un niño de unos 2 años sentado y una niña de 6 andando a su lado. La mujer parecía realmente cansada. Por el nivel de su "despeine", las bolsas colgando del carrito y la mochila con los patines de la niña, deduje que había tenido un día muuuuy largo.

Subían tranquilos y en silencio hasta que el niño empezó a llorar. Era un llanto fuerte y constante. Parecía cansado. Su hermana decidió que lo mejor sería propinarle una colleja, que lo único que consiguió fue empeorar la situación.

He de confesar que juzgué. Y juzgué fatal. Esperaba la resignación cognitivo-conductual que se ve constantemente por la calle ( niño modo "berrinche"-madre muy nerviosa ignorando) o una reacción al estrés por parte de ella tipo "dejadlo ya", "quietos", "Sin llorar" o algo por el estilo....

COMO ME HA GUSTADO EQUIVOCARME.

La mujer empezó a cantar.
"Para dormir a un elefante, para dormir a un elefante..."Cantaba sonriendo, tranquila.

Su hijo se giró para mirarla e inmediatamente dejó de llorar.
y ¿qué hizo la niña? Ponerse a cantar con ella.

Me daban ganas de cantar a mí también!!

El niño, con la cara llena de mocos y lágrimas todavía, se acomodó en la silla y miró con cara de pillo a su hermana mientras le tendía la mano. Ella lo agarró y siguió cantando. Andando a su lado. Juntos.

La mujer seguía cantando. Conectando. Conciliando. Consolando. Tranquilizando con su actitud. Enamorando a todos los que estábamos a su alrededor. EDUCANDO.

Su autocontrol. Su forma de buscar soluciones en vez de culpables. Su manera de reconducir la energía de ella y el cansancio de él. La forma en que conectó con los dos y a los dos entre ellos.¡¡¡Cuántas cosas les estaba enseñando con esa canción!!!

Parece una tontería pero me costó no interrumpirla, darle un abrazo y decirle a sus hijos: "Tenéis una Mamá increíble"

Intentemos no ignorar a nuestros hijos cuando más nos necesitan. Cuando lo están pasando mal o no saben hacer algo todo lo bien que a nosotros nos gustaría.

Cuando un niño llora está expresando algo que necesita ser descifrado y comprendido por sus padres. Muchas veces será indescifrable, pero sabemos cuál es el remedio que lo "cura" todo, la tirita maestra que sirve para aliviar todos sus "males": NUESTRO CARIÑO.
Si conseguimos que sientan que pase lo que pase, les comprendemos y les queremos, no hará falta nada más que un pequeño gesto para que las aguas vuelvan a su cauce.

Por su actitud estoy segura de que en otro momento le explicaría a su hija que pegar a su hermano no está bien. Porque no se trata tampoco de ignorar la conducta que ha de ser corregida y esperar que el tiempo o la magia lo solucionen. Es necesario enseñar lo que es correcto, pero esa madre sabía que ese no era el momento ni el lugar. Primero conexión y luego corrección. Siempre.

Y cantando lo calmó, la entretuvo y me emocionó.


"YO soy más importante para Mamá que las cosas que hago".




María Soto Álvarez de Sotomayor


31/5/15

Mi ventana



"No recordaba así la ciudad en donde nació. 
Hoy parecía como si el tiempo se hubiese detenido.

Notó quietud.
Volver a recorrer las calles que saltaba y recorría trotando con sus hermanos hacía ya casi treinta años le dibujó una sonrisa triste en la cara.
Pensó en sus hijos. Ella entonces tenía la misma edad que Juan ahora cuando subía esos peldaños cada día.
La madre de todas las nostalgias llegó al pasar bajo la ventana que la había visto nacer y no pudo evitar cruzar y quedarse quieta observando sus recuerdos a través de las cortinas. 

Hay veces que se llora de emoción y otras con la fuerza de un millón de momentos grabados en el alma. Casi sin lágrimas, pero con un terremoto en el pecho.
En su mente se reconstruían escenarios de fotos en blanco y negro, de música de Papá y de tardes en el patio.
Imposible recordar a su madre durmiéndola en brazos cada noche, pero había sido ahí, justo detrás de ese cristal, en donde alguien la había querido más que a nada en el mundo. 
Encima de ese taller de motos había aprendido a andar, a querer, a caerse y a llorar.

Y allí permaneció,bajo el último rayo de sol que salpicaba la calle de sombras. Respirando aire viejo. Recargando su identidad con cientos de recuerdos que había llegado el momento de admitir, aceptar, llorar y reconciliar. Sonriendo en esos otros instantes de unión, de calor y de fuerza.

Su familia.
Su infancia.

Esa ventana tenía su nariz pegada en mil tardes de lluvia y un trozo muy importante de su nombre."

¿Qué recuerdos tendrán nuestros hijos de su infancia?
Me gustaría pensar que si algún día pasan debajo de su primera ventana puedan sentir todo el amor, la seguridad y el calor que tratamos de transmitirles. Que recuerden sus raíces con una sonrisa bien grande en la cara y se diviertan recorriendo sus álbumes de fotos.

No podemos controlar lo que nuestros hijos guardan en su memoria como momentos importantes, pero lo que sí podemos hacer es crear más oportunidades para que surjan instantes que, con el tiempo, sean buenos recuerdos.

HACER FAMILIA.

Las rutinas y el día a día pueden hacernos olvidar que para ellos eso es lo menos importante. Nuestros hijos construyen los cimientos de una vida mientras a veces nosotros estamos más preocupados de "lo que hay que hacer" o "cómo se tiene que hacer".

¿Quién no recuerda una noche de apagón con velas o un momento diferente con sus padres y hermanos?

No se trata de hacer "momentos únicos" constantemente, porque obviamente dejarían de ser únicos, pero sí pensar que nos miran con ojos de amor incondicional, con unas gafas que captan todo pero interpretan desde la necesidad de pertenecer. Por eso, una sonrisa puede quedarse grabada eternamente, igual que un grito o un mal gesto.

Disfrutemos de nuestros hijos, como se pueda en cada momento, porque esa será la manera más auténtica de que nos sientan cerca y su mente se llene de recuerdos amables.

Nuestros recuerdos son las huellas de la vida en nuestro ADN.









10/5/15

"Quédate a cenar"


Nos han dado la noticia.
El titular de nuestra vida.

Nada en el mundo consigue removernos, emocionarnos e inundarnos de tantas sensaciones como el instante en el que sabemos que vamos a tener un bebé. La magia se queda corta. Es nuestro milagro particular. El momento más increíble de nuestra vida.
Todo cambia en esa fracción de segundo y la vida ya no sabe igual. Ya no importa nada más.
Los meses pasan rápido y el tiempo se acelera al mismo ritmo que las ganas.

Y ocurre.

Nuestro bebé llega. Y lo único que tenemos es un amor infinito que va de la mano de ese miedo tan real. De ese temor a no saber qué hacer.

Pero ya lo hemos soñado muchas veces. Hemos soñado con su carita, con su voz. Ya hemos decidido si le gustará la música o será más de hacer deporte. Nos hemos permitido el lujo de fantasear sobre su profesión futura o sobre el tipo de persona que nos gustaría que fuera.

Si. Lo hacemos.

Hemos soñado con lo que nuestro hijo podría llegar a ser. Con todas las cualidades que nos gustaría que tuviera y así, mientras duraba esa larga espera, nos ilusionábamos visualizando una persona casi ideal.

¿Y por qué no soñar? Es nuestro hijo, queremos pensarle libre, feliz y realizado ¿no?

La vida va pasando y las realidades de cada etapa se van sucediendo, y aunque disfrutamos cada segundo de su existencia no podemos evitar pensar a veces si de verdad va a salir todo bien.

Es en ese punto, cuando empiezan los primeros conflictos y las primeras batallas diarias cuando  no debemos olvidarnos de todas las cualidades que les soñamos, de toda esa fantasía que alimentó nuestras ganas de que llegara. Porque es en los momentos de conflicto cuando tenemos que pensar que sólo hay un camino para llegar a ese hijo libre, feliz y realizado. Sólo podemos ayudarle a lograr ese futuro de una manera:

Gestionando los momentos difíciles de manera adecuada. Acompañándole en el día a día a superar esos baches mientras les preparamos para la vida al mismo tiempo.

Si asumimos su condición de niño, su inexperiencia, sus posibles comportamientos inadecuados, su evolución natural como parte de un proceso necesario para la adquisición de habilidades futuras, nuestro camino será mucho más llevadero y provechoso, porque intervendremos en sus malos momentos desde el respeto, la comprensión y la confianza de que todo evolucionará si nos centramos en soluciones.

Dependiendo de nuestro autocontrol, nuestra capacidad para empatizar con ellos y nuestra manera de ayudarles a crecer, a pensar por si mismos y a evolucionar sin presión o sobreprotección, podremos acercarnos a ese futuro soñado con pequeños pasos. Poco a poco pero muy seguros de que ese renacuajo que no llega al metro de altura será una persona íntegra el día de mañana.
Como quiera ser. Con libertad.
Le habremos ayudado a no estancarse, habremos evitado enquistarnos en una fase mal llevada o en un problema que sólo era parte de la punta de un iceberg.

" - Imagínate que han pasado 25 años y estás en tu casa un día cualquiera. Llaman a la puerta.
Es uno de tus hijos que viene a cenar. ¿Puedo preguntarte qué habilidades te gustaría que tuviera, qué clase de persona te gustaría que fuera?

(Silencio)


-Me gustaría que quisiera venir a cenar conmigo"






30/3/15

Niños desmotivados

Hoy quiero escribir sobre una de las asignaturas pendientes que tenemos como padres: La motivación.

No motivamos a nuestros hijos.
No les motivamos cuando hacen las cosas bien y mucho menos cuando lo hacen mal.

Y¿ Qué podemos esperar de una persona desmotivada ?
Muy poca cosa.

¿Qué hacemos normalmente para conseguir que nuestros hijos "se comporten" y "hagan lo que tienen que hacer"?
Hemos recurrido principalmente al chantaje ( si haces esto....) y  la amenaza (si no haces esto no tendrás...), a la imposición, al sermón, a la "verborrea", al grito...A veces intentamos hablar con ellos y decirles lo que tienen que hacer, para luego repetirlo infinitamente en toda la gama de "tonos de madre/padre" que existen. Porque esa es la cuestión: hagamos lo que hagamos, no terminan de aprender.

"Siempre estamos igual" "Siempre la misma historia" "Otra vez hay que decírtelo"

¿Y si el problema de base fuera que les da absolutamente igual lo que les digamos y cómo se lo digamos porque están completamente DESMOTIVADOS? Están cansados y aburridos de nosotros, y lo que es peor, no tienen el más mínimo interés por aprender porque no les dejamos hacerlo, queremos que OBEDEZCAN sin permitirles experimentar el proceso de adquisición de nuevas habilidades, que conlleva probar, equivocarse, discurrir qué ha fallado y buscar una solución.

Pensemos qué pasaría si intentásemos ponernos en su lugar en un día normal de su vida: ÓRDENES, IMPOSICIONES,INMEDIATEZ,CHANTAJES/AMENAZAS.

¿Qué nos provocaría? ¿Nos motivaría a intentar ser mejores? ¿A seguir intentando avanzar y crecer para madurar?

No lo creo.

¿Y qué pasaría si comenzáramos a valorar los pequeños logros del proceso y no a esperar que "aprendan de una vez" a hacer todo lo que les pedimos? ¿Qué ocurriría si les dejásemos pensar y procesar por sí mismos qué hay que mejorar y cómo podríamos hacerlo?

Si intentáramos conectar con nuestros hijos, valorar su esfuerzo en cada nueva etapa y dejarles sentir la sensación de "al menos haberlo intentado", probablemente estaríamos motivándoles para experimentar por sí mismos la satisfacción de ir superando baches y alcanzando nuevos retos. Si en vez de centrar nuestra atención en el fallo intentáramos enseñarles que para cada problema se puede buscar una solución estaríamos eliminando ese miedo irracional a equivocarnos que muchas veces aún de adultos nos bloquea y estaríamos formando personas resolutivas y seguras de sí mismas. Estaríamos MOTIVÁNDOLES.

¿Y cómo podemos hacerlo?

Pues con mucha paciencia, ganas, imaginación y esperanza. Casi nada.

Si un niño siente que sus padres confían en él, si escucha frases tipo : "Sé que mañana lo vas a hacer mejor" "Confío en que quieres mejorar en esto" "Estoy segura de que vamos a encontrar una solución a este problema", puede que se sienta un poco más motivado para no rendirse y para intentar avanzar. Puede que se sienta menos culpable y más capaz.
Por el contrario si sólo escucha reproches, frases desmotivadoras y tonos de "agotamiento" de sus figuras "modelo", de las personas a las que más quiere en este mundo, jamás se sentirá con el poder, las ganas y la fuerza para hacerlo mejor.

Si encima ponemos el énfasis en lo que ha hecho mal, y no en lo que "va haciendo un poco mejor" su desmotivación será total.

Otra de las causas de la falta de motivación es que no tienen que pensar. No les dejamos. Les DECIMOS absolutamente todo lo que tienen que hacer (NO hacer más bien).
Quizás si cambiáramos las órdenes por preguntas y escucháramos las conclusiones a las que llegan por sí mismos, nos sorprenderíamos y nos daríamos cuenta de que llevamos años anulando a nuestros hijos.

Tenemos que EMPODERARLES. Permitir que sean conscientes de su propio poder. Que sientan que SON CAPACES aunque no lo hagan bien y se equivoquen.

Pero en eso también fallamos. ¿Quién no ha oído en un parque frases tipo "por ahí no que está muy alto!!!" " No corras que te caes!!" "Despacio que te haces daaaaño!!"

¿Y si las cambiáramos por distancia,silencio y supervisión?¿Y si les dejáramos "caerse" un par de veces para que aprendieran por si mismos a fijarse por dónde van, a agarrarse más fuerte, a esquivar los baches, a prevenir un tropiezo? No digo que seamos imprudentes y les dejemos HACERSE DAÑO, pero seamos sinceros ¿Cuántas de esas veces que les "advertimos de un PELIGRO" serían motivo de tirita u hospital? ¿Ninguna, verdad?

Si un niño nota que el adulto que tiene al lado no le cree capaz de hacer algo, jamás se sentirá capaz.

Frases como "¡vamos a intentarlo!","¿Practicamos un poco?","¿Quieres probar?","¿Te atreves?","¡¡Otra vez!!""¿Cómo hacemos para que nos salga mejor?"... dan poder. Frases sin juicios de valor o falta de respeto, sin desmotivación, culpa o duda. Eso es lo que necesitan oír nuestros hijos, en el parque y en la vida.

¿Y qué pasa cuando nuestros hijos "son buenos" y "lo hacen bien"?
¿Les animamos y alentamos para que sigan avanzando o les ALABAMOS?

"MUY BIEN"

Cuánto pesan esas dos palabras.
Cuánta importancia y valor le damos al "criterio propio" y qué pocas veces damos la oportunidad a nuestros hijos de desarrollarlo. ¿Y por qué? Porque juzgamos sus actos y no dejamos que ellos saquen sus propias conclusiones.

Si ante un dibujo bonito o un diez en matemáticas, en vez de alabar con un "muy bien" fuésemos capaces de dar ánimos y hacer sentir a nuestros hijos su propia satisfacción ante el logro conseguido, en lugar de la nuestra, estaríamos alimentando su autoestima, y no su necesidad de aprobación externa.

Y, otra vez...¿Cómo lo hacemos?

Una de las maneras más fáciles y eficaces de hacerlo es eliminar el juicio y añadir una descripción y una pregunta:

" ¡Has sacado un diez! ¿Estás contet@?"

Mostramos alegría por su triunfo pero, ¿Quién juzga, siente y procesa lo ocurrido?

Ellos.

No se trata de eliminar el "muy bien" del idioma español y condenarlo a la hoguera, simplemente ser conscientes de que se puede motivar también en los buenos momentos, pero sin caer en la alabanza, para encaminar a nuestros hijos hacia la autoestima y eliminar futuras inseguridades. A partir de ahora podemos intentar DAR CONFIANZA Y PODER haciéndoles sentir que, aunque sus padres están orgullosos de ellos, lo importante es que ellos estén orgullosos de sí mismos.

Motivemos a nuestros hijos en el esfuerzo por mejorar mostrando que confiamos en ellos, dándoles el poder para hacerlo y enseñándoles que los errores son oportunidades maravillosas de aprendizaje. Estamos a tiempo de eliminar la culpa, la desidia y la inseguridad, y aprovechar cada nuevo reto del día a día para brindarles habilidades para toda la vida.











13/3/15

Bienvenido


Perdona por las prisas, pero no he tenido tiempo suficiente para preparar una fiesta de bienvenida en condiciones. Te sonará a excusa pero 9 meses pasan volando.

Bienvenido.

A mis brazos, a la vida.

 Bienvenido a este lado de mi piel, en donde intentaré que sigas sintiendo todo el calor que tengo para darte. Notarás que tiemblo a veces, o quizás sentirás que lloro cuando te observo mientras duermes...no quiero preocuparte, pero no tengo ni idea de que se hace con tanto amor, se me escapa de las manos y me desborda de los ojos.
Desde hoy viviremos juntos la mayor aventura de nuestras vidas... Tenemos tanto que aprender!!
Tu a dar tus primeros pasos.... y yo a dejar que tropieces.
Te pido perdón si alguna vez te quiero demasiado y no te dejo sentir, pensar o decidir...La sola idea de que sufras ya me atormenta, pero sé que sólo así serás un hombre libre.
Quiero enseñarte a sonreír aunque te equivoques y a querer seguir creciendo en cada bache, por eso voy a perdonarme por encontrarme tan perdida, seguro que salimos de más de un aprieto si vamos juntos de la mano.

Tu padre y yo ya te adoramos desde antes de que tu corazón aprendiera a latir, por eso queremos ser para ti ese refugio desde donde puedas salir a descubrir el mundo sintiéndote seguro, desde donde puedas vivir una vida llena de desafíos.

Queremos ser tu raíz, ese faro lejano que te guie si la noche es demasiado oscura.

Bienvenido a este sitio apasionante llamado mundo, que te espera para que lo exprimas y lo hagas tuyo.Estoy deseando que me enseñes a verlo con tus ojos. Deseando preguntarte qué tal te ha ido el día, que tu vocecita inunde la casa con tu risa, conocerte mientras creces y protestar porque me pica tu barba en nuestros besos.

Reiremos juntos, lloraremos y puede que hasta nos enfademos. Tendremos miedos y los superaremos. Yo admitiré que no me dirijas la palabra y tú acabarás aceptando que te aparte el pelo de la cara.

Nunca te olvides de que, pase lo que pase eres mi milagro, mi trascendencia en la vida, mi alma compartida y por eso necesito que te sientas importante, lo más importante...aunque algunas veces no sepa transmitirlo.

A lo largo de tu vida te encontrarás con gente maravillosa y puede que te enamores algún día. Si eso pasara y el amor no fuera suficiente, si se os quedara corto ser dos solamente, espero que puedas encontrarte como yo estoy ahora, desbordado de alegría, impaciente y asustado, intentando decirle al verdadero amor de tu vida GRACIAS POR EXISTIR.

Te quiere siempre,

Mamá.


(Para Antón y Elena)







15/2/15

Escúchame

Es muy intenso ser p/madre.
Y es igual de intenso ser hijo/a.

Son dos roles que se van formando de manera paralela. Eres m/padre desde el momento en que tus hijos nacen. Parece obvio ¿verdad?

Para ser hijo/a no hace falta saber mucho, simplemente procurar sobrevivir, librarte de alguna que otra bronca o pasar el mayor tiempo posible con Mamá y Papá. Hacerte notar y dejarte llevar por lo que te digan, aunque llevar la contraria es también divertido a veces...

Para ser p/madres necesitamos una vida entera y aún así, ya de ancianitos, seguimos improvisando y cometiendo errores con nuestros hijos.

Formar una familia....ser parte de una familia es lo más grande, importante, increíble, doloroso, sacrificado, divertido, incierto, sorprendente, reconfortante, irritante y cualquier tipo de adjetivo y su opuesto que podamos vivir...

Es una aventura.
El reparto del guión de nuestra vida, nuestros pilares, los puntos débiles que nos hacen zozobrar, es el primer sentimiento de "formar parte" que podemos experimentar.

La familia es un pequeño universo dentro del multiverso de miles de millones de familias. Todos mezclados. Todos revueltos, pero cada uno con sus recuerdos chulos de la infancia, con sus secretos, con sus momentazos de pañuelo, con sus anécdotas inverosímiles, con las raíces que nos hacen ser...que nos permiten sentir, pensar y decidir.

Si mis padres obtuvieron el título el mismo día que fui hija por primera vez...¿Por qué ellos saben más ser padres que yo ser hija? ¿Por qué ser p/madre conlleva el don divino de la verdad absoluta y ser hijo/a significa tener que aprenderlo todo?

A veces, como queremos infinitamente a nuestros hijos y sólo queremos protegerles, ayudarles y ENSEÑARLES, nos olvidamos de que ellos, por el mero hecho de ser niños, de ser inocentes, tienen muchas más respuestas que nosotros...porque hace mucho tiempo que dejamos de hacernos y hacer preguntas.

Lo sabemos todo.
Opinamos sin pensar, porque ya no nos hace falta.
Somos p/madres, está claro que tenemos "la razón", cuando ni nos imaginamos el alivio que supone compartir la responsabilidad de tener todas las respuestas.

Pero qué pasa cuando "la razón" de papá es diferente a "la razón" de mamá?
o cuando "la verdad absoluta" sólo nos lleva a cometer errores tan básicos como no tenernos en cuenta los unos a los otros?
¿qué pasa cuando, por tener "la razón" anulamos el proceso de crecimiento de aquellos que no la tienen y, en vez de ayudarles a crecer, sólo les ponemos zancadillas?

La Disciplina Positiva me ha ayudado a preguntar.
A liberarme de ,"la verdad absoluta" y el aburrimiento extremo de pretender saberlo todo.
Es mucho más sencillo, reconfortante y útil HACER PREGUNTAS.
Porque mi yo limitado no puede compararse al infinito de todo lo que existe "fuera de mi"
y porque al preguntar, mi interlocutor busca una respuesta que a lo mejor tampoco hubiera buscado jamás sin mi pregunta, por lo que los dos salimos enriquecidos.
Tener la humildad de ponerse de rodillas, mirar a un renacuajo de 5 años a los ojos y decirle, "¿cómo solucionamos ésto?", escucharle con atención y tener en cuenta su punto de vista tiene más efecto que cualquier sermón, bronca, castigo, reprimenda o chantaje que se haya hecho jamás. Se llega mucho antes a una solución....y de eso se trata, ¿no?
Llamar a la puerta de tu hija de 16 años y preguntarle: "estás bien?, necesitas hablar de algo?" reblandece más su corazón adolescente que mil baladas de su grupo favorito, aunque jamás lo reconozca....

Preguntar hasta encontrar un por qué, un motivo, una solución, un para qué.
Preguntar para activar "el mecanismo" de quien responde, para que deje de sentir que tiene que defenderse para pasar a sentir que alguien se interesa por lo que piensa.
Preguntar para aprender respuestas nuevas y preguntar para conectar con tu interlocutor y hacer que note que te importa, que quieres leerle por dentro.
Sea tu padre o tu hijo.
Pregúntale qué ha sentido o pensado en ese momento o qué cree que ha pasado, pregúntale qué opina o qué solución cree que sería la correcta.
Preguntar es tener en cuenta, es tender puentes, es unir dos maneras de pensar o buscar juntos una solución. Es tener la generosidad de que, con tu respuesta, completes mis ideas, y yo con mi pregunta, haga que las tuyas broten.
Preguntar a tus hijos, en vez de "decirles" muchas cosas, activa su mente mientras buscan la respuesta y acerca su corazón al nuestro, porque no hay nada que necesiten con más fuerza que sentirse tenidos en cuenta.

Cuando sólo "decimos" y no escuchamos levantamos poco a poco un muro que, en momentos difíciles, nos impiden ir de la mano.

Y por eso es importante dejar crecer a nuestros hijos preguntándoles, mostrándoles que confiamos en su criterio, estemos de acuerdo o no, o que al menos nos gusta que se construyan uno propio.
Preguntando un "por qué"  o "para qué", un "cómo lo harías", un "qué opinas de ésto" nuestros hijos sienten que nos importa lo que piensan y deciden.
Es una manera de "hacer familia" entre todos, en donde todos aportan para que Papá y Mamá no tengan que ser perfectos.
Es una forma de sustituir los gritos por los signos de interrogación

Milenios de disputas familiares que se reducen a una sola palabra:





ESCÚCHAME (pero de verdad)












5/1/15

¡Qué niño tan bueno!

Pablo tiene casi 3 años y es un niño especial.
Lo es para su madre, y para su padre, sus tíos, abuelos,etc. Le quieren infinitamente.
Pero además de eso es un niño "que gusta".

Es un niño que en cuanto sale de casa no para de escuchar : ¡Qué niño tan bueno!

Pero no es bueno.Ni malo.Es Pablo.

En su casa no les gusta calificar o etiquetar. No juzgan "lo que son" por un comportamiento, sea acertado o inapropiado, no hablan de lo que "somos", si no de lo que sienten, lo que les gusta, lo que hacen a lo largo del día, etc.
Por eso cuando él escucha esa clase de comentarios no sabe qué hacer,sonríe un poco "cortado" y sigue a lo suyo.

¿Y por qué es un niño "bueno"?

Sus padres creen que, a parte de tener un caracter sociable y afable, es un niño que está "tranquilo", y con esto no quiero decir que no sea inquieto como el que más, sino que su comportamiento refleja seguridad.

La Disciplina Positiva llegó a su familia cuando él tenía un año y medio. Desde el primer momento, y sin saber muy bien cómo hacerlo,sus padres intentaron poner en práctica algunas de las herramientas que consideraron que podían utilizar.

Lo que más les impactó fue el efecto de hacerle sentir "tenido en cuenta". El sentido de pertenencia, motor principal de nuestra conducta según la Disciplina Positiva, fue la clave y el timón de su estilo educativo.

Le hacen partícipe de todo lo que se puede compartir con un niño de 33 meses y les gusta escucharle cuando le preguntan cómo se siente ante las cosas nuevas que va aprendiendo, lo que le sucede o lo que a él le gusta o lo que no. A Pablo le preguntan muchas cosas, porque sus padres saben que así le ayudan a pensar por sí mismo.

Es impresionante como una cabecita tan pequeñita puede llegar a las conclusiones a las que él llega, confiar en que los adultos que le rodean hacen lo mejor para él, compartir sus sentimientos (al menos los que a estas alturas puede reconocer), cómo tiene en cuenta en todo momento a su hermana pequeña,de un año (reflejo de cómo él se siente tenido en cuenta) y cómo la recibió al nacer, desde la protección y el cariño, aprendiendo de cómo sus padres le tratan a él.

Pablo no siempre ha sentido "pertenencia" de la misma manera. Sus padres han ido aprendiendo con él que cada fase de desarrollo trae unas necesidades nuevas. Cuando su hermana pequeña era un bebé y lloraba sabían que podía ser hambre o sueño, o quizás necesitaba que la cambiasen, pero Pablo ya no llora por esas cosas.
Sus padres saben que detrás de un comportamiento o actitud hay mucho más de lo que se ve a simple vista. Tiene necesidades diferentes, y cuando siente que esas necesidades no están cubiertas, actúa , como cualquier otro niño, de manera "inapropiada", no porque "se vuelva malo", sino porque todavía no sabe hacerlo de otra manera.

La Disciplina Positiva ha conseguido en poco tiempo que sus padres puedan identificar esas necesidades detrás de cada comportamiento y por ello Pablo "es un niño bueno", se han minimizado las "conductas inapropiadas"

A sus padres no les gusta nada que la gente le diga que "es muy bueno" y sobretodo delante de otros niños, porque saben que todos los niños son buenos, pero algunos no han aprendido todavía a comportarse según las normas sociales y por eso "son malos" o "maleducados" o "pesados" o "inaguantables". Y saben que un niño no tienen por qué saber comportarse si nadie le enseña, si sólo se le juzga.

Pablo a veces no se comporta bien, a veces le cuesta entender los límites que sus padres marcan en casa, le cuesta de vez en cuando seguir alguna rutina y se distrae con facilidad si no presta atención. Grita y llora si se enfada. Es un niño como cualquier otro, que aprende cada día, que crece y que ayuda a sus padres a crecer porque ya no pierden tanto la paciencia con él. Han aprendido que desde su propio autocontrol pueden enseñarle a controlar sus sentimientos si así lo necesita y ahora se centran en soluciones ante cualquier problema. A Pablo no le castigan, en su casa opinan que los castigos sólo fomentan la rebeldía o el retraimiento, aunque puedan funcionar a corto plazo, saben que a larga es mejor centrarse en buscar una solución entre todos y no en hacerse pagar unos a otros aquello que "hicieron mal", creen que eso es una falta de respeto.

No es bueno. Es Pablo. Y vive en una familia que le hace sentirse "tenido en cuenta", que no le alaba constantemente, sino que le anima a seguir creciendo y sintiendose seguro de sí mismo. Porque sus padres saben que las alabanzas pueden crear dependencia en un futuro y hacer que Pablo actue buscando aprobación, y no basándose en sus propias creencias y decisiones.

Pablo ahora ya ayuda en casa. Y ayuda de muchas maneras. Ayer contibuyó en la reunión familiar a encontrar una solución al problema del desorden en el baño y estableció una norma que a sus padres les gustó mucho. Él mismo ha escogido entre otras dos opciones que recogerá los juguetes de la bañera, y como él lo ha escogido, será más fácil recordarlo y cumplirlo. Le gustan las reuniones familiares porque siempre acaban con algo divertido,ayer hicieron juntos un dibujo.

Pablo no es un niño bueno. Es un niño de casi 3 años que aprende con sus padres a vivir felices en familia, y eso se nota!!

:)